Estas son las principales conclusiones del informe:
- Entre 2007 y 2009, el desempleo juvenil aumentó en 7,8 millones (1,1 millones en 2007/2008 y 6,7 millones en 2008/2009). En comparación, durante los diez años anteriores a la crisis (1996/97 a 2006/07), el número de jóvenes desempleados aumentó en un promedio de 191.000 por año.
- La tasa mundial de desempleo juvenil aumentó de 11,9 a 13 por ciento entre 2007 y 2009. Entre 2008 y 2009, la tasa aumentó en un punto porcentual, lo cual significó el mayor cambio anual de los últimos 20 años (según los datos disponibles a nivel mundial) y revirtió la tendencia anterior a la crisis que mostraba una disminución de las tasas de desempleo juvenil desde 2002.
- Entre 2008 y 2009, el número de jóvenes desempleados incrementó en 9 por ciento, comparado con un aumento de 14,6 por ciento en el número de adultos desempleados. En términos de tasas de desempleo, el impacto sobre los jóvenes ha sido mayor que sobre los adultos. La tasa juvenil aumentó en 1 punto porcentual comparada con 0,5 puntos para la tasa de adultos durante 2008/09.
- En 2008, los jóvenes constituían el 24 por ciento de los trabajadores pobres en el mundo y 18,1 por ciento del total de desempleados a nivel mundial.
- Las mujeres jóvenes tienen mayores dificultades de encontrar trabajo que los hombres jóvenes. En 2009, la tasa de desempleo juvenil femenina fue de13,2 por ciento comparada con 12,9 por ciento para los hombres (una brecha de 0,3 puntos porcentuales, la misma brecha de género registrada en 2007).
En España, según la Encuesta de Población Activa (INE), en 2009 de los 2.223.100 jóvenes activos, varones y mujeres, entre 16 y 24 años, 841.500, es decir, el 37,85% se encontraban en situación de desempleo. La tasa de desempleo juvenil en España triplica a la mundial. Entre 2007 y 2009, el desempleo de la población activa más joven se incrementó en un 90%, afectando con mayor contundencia a los varones (que se retiran antes de los estudios y que seguramente estaban empleados en trabajos de baja cualificación), cuyo volumen de paro aumentó en 130%, incremento algo superior al del conjunto de la población desempleada (126%). En 2007 había más chicas paradas que chicos, pero en 2009 son éstos los que acusan más la pérdida del empleo. El paro entre las mujeres jóvenes se incrementó en este periodo en 55%.
Ante esta situación, el gobierno español no parece tener otra alternativa que las fracasadas recetas neoliberales: reformas en el mercado de trabajo, reducción de los derechos laborales, recorte del gasto público social, deterioro de la educación y la formación... Más o menos, las mismas fórmulas que el economista asturiano Juan Velarde Fuertes proponía como remedio al elevado desempleo. Este antiguo falangista y prestigioso académico de derechas, defendía hace 10 años la necesidad de recortar el gasto público, en beneficio de una política económica que diera un mayor protagonismo al mercado, esto es: control de la inflación, desregulación de las relaciones laborales, eliminación del déficit público y adaptación de las prestaciones sociales a la realidad competitiva de la economía. Velarde creía que el origen de las altas tasas de desempleo había que buscarlo en las exigencias del movimiento obrero y los "modelos proteccionistas-populistas" implantados durante la Segunda República. También estaba convencido de que la culpa de que exista desempleo la tienen los parados. Si los jóvenes no trabajan es porque no quieren, sobre todo aquellos que no saben aprovechar las oportunidades que les brinda el sistema escolar. Se mostraba disconforme con que se hubiera elevado la edad de escolarización obligatoria hasta los 16 años; una medida, decía, para encubrir el paro juvenil. La fórmula de Velarde para incrementar el PIB y el empleo, reduciendo el desempleo de los jóvenes era: flexibilizar el mercado de trabajo, evitar una inflación alta, reducir la conflictividad laboral y moderar las subidas salariales. ¿A que todo esto les suena?
Sin embargo, la política económica de derechas está creando una carga imposible de soportar para una buena parte de las clases populares: jóvenes que no pueden iniciar su carrera laboral sino en condiciones muy precarias y discontinuas, que se ven obligados a depender de sus familiares hasta edades avanzadas; adultos que a los cuarenta y cinco años son expulsados del mercado laboral sin muchas expectativas de retorno; pensiones que se anuncian escasas para dentro de unos años...
Otro día comentaré lo que para Velarde constituye el otro gran colectivo depredador de recursos públicos: 'los ancianos'.
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