lunes, junio 25, 2007

El reparto de África

Por Boaventura de Sousa Santos
Publicado en Visão – 21 Junio 2007

Todo lleva a pensar que estamos ante un nuevo reparto de África. A finales del siglo XIX fue protagonizado por los países europeos en busca de materias primas que contribuyeran al desarrollo capitalista y tomó la forma de la dominación colonial. El reparto de comienzos del siglo XXI tiene un conjunto de protagonistas más amplio y se materializa a través de las relaciones bilaterales entre países independientes. Además de los “viejos” países europeos, el reparto incluye ahora a EEUU, a China, a otros países “emergentes” (India, Brasil, Israel, etc.) y hasta un país africano, Sudáfrica. Pero la lucha entre ellos sigue siendo por controlar los recursos naturales (en este caso, sobre todo, el petróleo) y continúa siendo nutrida por componentes económicos, diplomáticos y militares. Trágicamente, tal y como ocurría antes, es muy posible que a la inmensa mayoría de los pueblos africanos poco beneficie la explotación escandalosamente lucrativa de sus recursos.

EEUU importa hoy más petróleo de África que de Arabia Saudita y se calcula que en 2015 el 25% provenga del continente. Angola es ya el segundo mayor exportador africano hacia EEUU (después de Nigeria). Por su parte, China está realizando enormes inversiones en África, la mayoría de ellas en Angola, que durante el pasado año se convirtió en el mayor suministrador de petróleo a China, superando el comercio bilateral entre los dos países los cinco mil millones de dólares. Entretanto, las empresas multinacionales sudafricanas se expanden agresivamente por el continente en las áreas de energía, telecomunicaciones, construcción, comercio y turismo. Al contrario de lo que cabría esperar de un gobierno dirigido por el Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela, a estas empresas no las mueve el pan-africanismo, sino el capitalismo neoliberal puro y duro, a imagen y semejanza de sus competidoras del Norte.

El primer reparto de África llevó a la Primera Guerra Mundial y sometió el continente a un colonialismo depredador. ¿Y el actual? La lucha ahora se centra en el petróleo y la distribución de sus beneficios. Una breve visita a Luanda es suficiente para comprobar el ritmo de vértigo que alcanza la construcción civil a cargo de empresas chinas, portuguesas y brasileñas, de la selva urbana por la que se circula, de las lujosas mansiones cercadas que albergan a las empresas petrolíferas, de las reservas hoteleras agotadas con meses de antelación, en fin, de la palabra “negocio” y “empresa” en boca de todo el mundo que tiene un vehiculo 4x4 o aspira a tenerlo. Nada de esto resultaría chocante si no fuera porque sólo hace treinta años el país se liberó del colonialismo, devastado por una guerra fratricida fomentada por la Sudáfrica del apartheid y después financiada por los amigos de hoy, hasta que éstos se convencieron de que la paz podría resultar un buen negocio; un país con graves carencias en infraestructuras, sin las cuales no será posible ningún desarrollo. Lo chocante es que pared con pared del mundo de la riqueza petrolífera, la gran mayoría de la población de Luanda viva en la más abyecta de las miserias de los musseques, en barracones de zinc y cartón, sin luz ni saneamiento, pagando cara el agua potable, con basureros y cloacas pestilentes, sirviendo de recreo a los niños, cuya mortalidad es de las más altas del continente.

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