Publicado en Visão – 21 Junio 2007
Todo lleva a pensar que estamos ante un nuevo reparto de África. A finales del siglo XIX fue protagonizado por los países europeos en busca de materias primas que contribuyeran al desarrollo capitalista y tomó la forma de la dominación colonial. El reparto de comienzos del siglo XXI tiene un conjunto de protagonistas más amplio y se materializa a través de las relaciones bilaterales entre países independientes. Además de los “viejos” países europeos, el reparto incluye ahora a EEUU, a China, a otros países “emergentes” (India, Brasil, Israel, etc.) y hasta un país africano, Sudáfrica. Pero la lucha entre ellos sigue siendo por controlar los recursos naturales (en este caso, sobre todo, el petróleo) y continúa siendo nutrida por componentes económicos, diplomáticos y militares. Trágicamente, tal y como ocurría antes, es muy posible que a la inmensa mayoría de los pueblos africanos poco beneficie la explotación escandalosamente lucrativa de sus recursos.
EEUU importa hoy más petróleo de África que de Arabia Saudita y se calcula que en 2015 el 25% provenga del continente. Angola es ya el segundo mayor exportador africano hacia EEUU (después de Nigeria). Por su parte, China está realizando enormes inversiones en África, la mayoría de ellas en Angola, que durante el pasado año se convirtió en el mayor suministrador de petróleo a China, superando el comercio bilateral entre los dos países los cinco mil millones de dólares. Entretanto, las empresas multinacionales sudafricanas se expanden agresivamente por el continente en las áreas de energía, telecomunicaciones, construcción, comercio y turismo. Al contrario de lo que cabría esperar de un gobierno dirigido por el Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela, a estas empresas no las mueve el pan-africanismo, sino el capitalismo neoliberal puro y duro, a imagen y semejanza de sus competidoras del Norte.
El primer reparto de África llevó a
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